lunes, 31 de octubre de 2011

La columna del hincha. Un estilo que nos hizo grandes

La tradicional escuela futbolística Riverplatense desde sus comienzos ha marcado un estilo, jugadores de buen pie y la famosa triple G (Ganar, Gustar y Golear) hicieron grande a esta institución donde sus hinchas siempre fueron conocidos por su exigente paladar negro.
Grandes figuras aportó al fútbol argentino y a su selección el Club Atlético River Plate, institución que siempre se destacó por el trabajo en sus divisiones inferiores donde se les inculcaba desde la etapa de formación del jugador el espíritu Riverplatense.




Por cuestiones de barrio se formó el gran clásico del Futbol Argentino con Boca Juniors. Pero a mi entender, más que por la cercanía barrial fue por las grandes diferencias de estilo. Mientras uno pregonaba el estilo refinado, los otros alentaban su cultura Maquiavélica donde el fin justifica los medios. No importa la forma, solo hay que ganar. Recuerdo sus hinchas festejando triunfos con un gol con la mano o muchas finales ganadas x penales. Su filosofía del “huevo, huevo” hicieron que idolatren a jugadores como Pasucci y Giunta. A diferencia nuestra donde más de una vez, aun ganando nuestros hinchas se retiraban silbando al equipo por no haber hecho una gran actuación futbolística.





Los años 2000 trajeron un gran cambio en la institución, contrataciones en masa de jugadores de muy bajo calibre, mediocres futbolistas que no se encontraban a la altura de la institución, trajeron consigo fracaso tras fracaso futbolístico. Sumado a los pésimos manejos directivos que fueron profundizando la crisis.
La nueva generación de hinchas, tal vez acostumbrada a ver esta mediocridad, empezó a adoptar como bandera “la cultura del aguante” y “el tablón”, que hoy se acentúa día a día, creando una gran división en sus hinchas. Por un lado los tradicionales que añoran los años de exigencia y paladar negro, y por otro los “nuevos” que festejan ser la mejor hinchada. Creo que este cambio en el hincha ha colaborado también a dejar a River Plate en un lugar donde ni el más pesimista de sus simpatizantes hubiese imaginado que algún día estaría, el maldito descenso.




 
Como gran hincha que me considero, recuerdo ese trágico día, donde me había juramentado no hablar más de futbol, no volver a la cancha ni seguir los partidos. Pero ni bien comenzó la B Nacional, estaba ahí, sentado en mi platea viendo a mi amado equipo Banda Sangre. Porque en la vida uno puede cambiar de barrio, de país, de mujer, hasta de sexo, pero nunca se puede cambiar esa pasión llamada fútbol y que en mi caso tiene nombre y apellido; RIVER PLATE.



@GenRiver

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