El 6 de febrero de 1958 se escribe el que será uno de los episodios más negros del futbol y del deporte en general. El avión del Manchester United, que regresaba a casa, tras jugar en Belgrado frente al Estrella Roja, hizo escala en el aeropuerto de Munich para repostar. Después de un par de intentos fallidos para despegar y desoyendo las órdenes de la torre de control, intentó un tercer despegue. Lo consiguió pero a los pocos metros el avión no pudo soportar la fuerte carga de nieve sobre sus alas y se estrelló contra una casa abandonada. Allí, entre otros, perdió la vida, tras quince días de lucha contra la muerte, Duncan Edwards, el que para muchos habría sido el mejor futbolista de la historia, de no haber sido por ese desgraciado accidente.
Duncan Edwards, nació el 1 de Octubre de 1936 en Dudley. Desde pequeño estuvo muy unido con sus padres, debido al fallecimiento de su hermana, de pocos meses cuándo éste tenía diez años. Y ellos siempre hicieron lo posible para que su hijo disfrutase con el futbol, su gran pasión, compartida en un principio con el baile, al que renunció muy joven para triunfar en el futbol.
Cuándo tenía 11 años ya despuntaba en el futbol jugando en un equipo para chicos de 15, a esta edad ya lo descubrió Jack O´Brien, quién no dudó en avisar a Matt Busby, entrenador del Manchester United, de que había descubierto un niño especial, se llamaba Duncan Edwards, de Dudley. Poco después de cumplir 15 años, en 1952, Bert Whalley, técnico de Busby en el United, se desplazó hasta el domicilio de la familia Edwards, en Dudley, para convencerles de que Duncan tenía que fichar por el Manchester United, y así lo hizo. Esta contratación enfadó mucho a los Wolves, que pensaban contar con Duncan en su equipo.
Nada más llegar a Lancashire, Duncan, inició sus estudios como aprendiz de carpintería, por si su aventura en el futbol no salía bien; aunque la madera nunca pudo disfrutar de su trabajo. Su primera temporada en el United, la 1952/53, la inició como juvenil, dónde se hizo un hueco y comenzó a sonar entre los aficionados, por sus actuaciones estelares en el juvenil de los red devils. Matt Busby le hizo debutar en el primer equipo el 3 de Abril de 1953 contra el Cardiff City, convirtiéndose así en el futbolista más joven en debutar en primera división, con tan solo 16 años y 185 días. Aunque volvería al juvenil, para ganar la FA Youth Cup, que volvería a ganar los dos años siguientes.
Las temporadas posteriores se iría asentando en la primera plantilla, hasta que en 1954 ya se convirtió en un fijo en el equipo, en el dueño del centro del campo del United. Pese a su juventud se convirtió en poco tiempo en el líder del equipo y con solo 18 años ya era la referencia en el campo y en el vestuario. De este modo le llegó su debut con la selección de Inglaterra, el 2 de Abril de 1955 frente a Escocia, Duncan se convirtió en el más joven en debutar con la absoluta en ese momento, contaba con 18 años y 183 días.
En 1955 Duncan fue llamado a hacer el servicio militar, junto a su amigo y compañero Bobby Charlton, otro jugador de aquel fantástico United conocido como los Busby Babes. En esa temporada Duncan llegó casi a los 100 partidos ya que debía jugar también con el equipo del ejército. Pero según afirmaba el asistente de Busby y seleccionador de Gales, Jimmy Murphy, “Duncan podría jugar todos los días del año si hubiera partidos suficientes”. Y seguramente podría desplegar en cada uno de esos partidos el carácter y entusiasmo que desprendía, ya que su amor por el futbol no tenía límites.
Tras ganar la liga de 1956, los red devils se clasificarían para jugar la segunda edición de la Copa de Europa, siendo así el primer equipo ingles en disputarla. Ya que el año anterior el Chelsea decidió no jugarla por diversos motivos. En su primera Copa de Europa los Busby Babes llegarían hasta las semifinales dónde serían eliminados por el genial Real Madrid de las cinco copas.
En la edición de 1958, el Manchester United, con Duncan a la cabeza, afrontaban su segunda Copa de Europa, este año se encontraban entre los favoritos. Pero el 6 de febrero tras derrotar al Estrella Roja en cuartos de final, en el viaje de vuelta a casa, sucedió el terrible accidente.
El Elisabethan Airspeed Ambassador Charter, hizo escala en Munich para repostar. El cielo estaba oscuro, no paraba de nevar y la pista estaba congelada. El capitán de la nave James Thain intentó el despegue en dos ocasiones sin éxito. El fuerte viento no dejaba funcionar los motores. Cuándo parecía que pasarían la noche en la ciudad bávara y algunos futbolistas ya habían avisado a Inglaterra de su demora. El capitán vio la oportunidad de acometer un tercer intento de despegue. Sin duda una decisión fatal para la historia. Desde la torre de control alemana intentaron detenerle sin éxito. Y a las 15:04 el avión comenzó su rumbo a la tragedia. Las alas estaban cubiertas de nieve, un gran peso que el Elisabethan no pudo soportar y tras no conseguir ganar suficiente altura, a los pocos metros se precipitó frente a una casa deshabitada, que había al final del aeropuerto.
El avión quedó partido en dos. La parte trasera del avión quedo destrozada, alguno de los futbolistas comentó que se iba allí porque se sentía más seguro. Fallecieron 7 futbolistas del Manchester United, Roger Byrne (el capitán) Tommy Taylor, Mark Jones, David Pegg, Geoff Bent, Eddie Colman y Liam Whelan. Y otras 14 personas más, entre ellos Bert Whalley (quién años antes convenció a Duncan para marcharse al United) o Frank Swift, periodista y ex portero del Manchester City. Se rompía así el que para muchos ha sido el mejor Manchester United de la historia, y el que podía haber llegado a ser uno de los mejores equipos de todos los tiempos.
Duncan sobrevivió al accidente y fue trasladado al hospital Iser Der Recht, pero resultó gravemente herido, tenía huesos rotos, había perdido mucha sangre y un riñón destrozado. Se le encontró un nuevo riñón al día siguiente, pero no funcionó. Pasó allí 15 días luchando por su vida, fue su partido más largo y la muerte le acabó derrotando. Fueron los 15 días más largos para el futbol inglés, todo el país luchaba junto a él por su vida, pero no consiguieron la victoria. El 21 de Febrero de 1958, a los 21 años, el corazón de Duncan se paró para siempre. Su compañero de habitación en aquel hospital era el asistente Jimmy Murphy a quien Duncan dijo sus ultimas palabras: “¿a qué hora es el partido contra los Wolves, Jimmy? No me lo quiero perder.” Jimmy Murphy dijo posteriormente, “Con el paso de los años, cuándo escuchaba a Muhammad Alí decir que era el más grande, no podía parar de sonreír. El más grande fue Duncan Edwards”.
Cinco días más tarde, fue despedido en Dudley, con honores de jefe de estado por el Imperio Británico, toda Inglaterra lloraba su muerte. Fue enterrado junto a su hermana Carol Anne. En su funeral, su padre, Gladstone, pronunció, “Quizá la gente le recuerde como el mejor futbolista de Inglaterra. Nosotros solo podemos decir que fue un buen hijo, el mejor hijo.”
En la iglesia de su ciudad no hay santos que adornen sus vidrieras, sino vidrieras con la imagen de Duncan, un antiguo niño de la ciudad, con la camiseta del equipo que le vio triunfar. Una de ellas reza, “hay muchos cuerpos, solo un alma”. La otra, “Dios está con nosotros por nuestro capitán”.
Nadie le describe mejor cómo los que jugaron con él, Bobby Charlton es uno de ellos, quién dice “es la única persona a quién, incluso hoy, realmente me sentía inferior. Era bueno con la derecha, bueno con la izquierda, con un extraordinario remate de cabeza y muy sólido en defensa. Era capaz de ponerte un balón a sesenta metros de distancia, con lo que pesaban aquellos balones.” Y tras levantar, diez años después, la Copa de Europa con el Manchester United, pronunció, “Edwards era incomparable. Fue terrible que muriera, y sólo puedo explicar a la gente que su adiós fue la mayor tragedia, porque era el mejor de todos nosotros. En toda mi vida como futbolista, siempre sentí que podía competir con cualquier jugador. Menos con Duncan. Él era el talento, siempre me sentí inferior a él. Nunca conocí a alguien tan dotado técnicamente y tan fuerte. Duncan tenía una presencia que nos eclipsaba a todos.” Mientras pensaba que era Duncan quién debía haber levantado ese trofeo.
También otros que no compartieron su vestuario le recuerdan como el más grande, como Tommy Docherty, “no dudo que Duncan se habría convertido en el mejor jugador de la historia. No sólo en el fútbol británico, con el United e Inglaterra, sino en el mejor del mundo. George Best era algo especial, como Pelé y Maradona, pero para mi Duncan fue mucho mejor en términos de capacidad y habilidad.”
Y es que Duncan Edwards era un magnífico futbolista, capaz de actuar en cualquier posición del campo, tenía condiciones innatas para la defensa y una capacidad de ataque letal. Una versatilidad enorme, pese a que su posición natural era la de centrocampista en banda izquierda; comenzó un partido jugando como delantero a causa de las lesiones y terminó jugando el mismo actuando como defensa central, debido a otra lesión. Tenía una fuerza física y una resistencia envidiables, era una roca. Pero una roca que cuándo atacaba era un habilidosísimo regateador y un gran pasador, que no iba nada mal de cabeza y que poseía un disparo potente y preciso. A lo qué unía una capacidad de liderazgo que entusiasmaba a compañeros y rivales por igual. Un futbolista total.
De Duncan Edwards, dijo su compañero Jackie Blanchflower: “Tanta capacidad era muy buena para Inglaterra; pero también era muy buena para el cielo. El cielo ganó. El cielo no pudo esperar por Duncan Edwards, y es que los ángeles que faltan en las vidrieras de su iglesia tenían que disfrutar con él.
José Ángel Blanco
@joseangelrubio