Análisis de la Liga BBVA: Real Racing Club
La historia del Racing a lo largo del verano y con vistas a continuar en la temporada que se inicia sigue el mismo camino que se inició en enero de este año y que cumple a la perfección con una de las fábulas más conocidas de nuestra infancia: la del cuento de la lechera. Desde tierras arábigas desembarcó en Cantabria, cual rey mago, el magnate indio Ahsan Alí Syed. Dicho “hombre de negocios” adquirió el 98% de las acciones del Racing y prometió saldar las deudas que acosaban al club y dotar de un presupuesto de 50 millones para fichajes este verano; además cumplió el deseo de todo aficionado racinguista al traer al entrenador que años atrás había llevado al club a competiciones europeas, Marcelino García Toral, y reforzó la plantilla con Giovanni do Santos, un jugador sin cuya labor probablemente este club hubiera descendido.
Con estas dos incorporaciones y con el pago de una parte de la deuda que se mantenía con Hacienda y los jugadores, todo era color de rosas en Santander. Dejando al margen las esperpénticas reacciones de friki-aficionado que tuvo el nuevo dueño en los primeros encuentros, Alí Syed se convirtió en un dios. La gente veía en él esa bocanada de aire fresco que revivió a un equipo que vagaba por la zona baja de la tabla, sin atisbo de mejora, y acabó la temporada de forma cómoda en mitad de la clasificación; además las ilusiones creadas de poder ver al que sería el nuevo “Málaga del cantábrico” eran enormes. Y por ahí empezó el desastre que condicionará al Racing esta temporada.
Conforme el equipo se asentaba en la tabla, los pagos no llegaban. “El indio”, como se le conoce en Cantabria al dueño del club, no terminaba de ejecutar el resto de pagos que prometió realizar para sanear las cuentas con los jugadores, y la gente empezó a verle las orejas al lobo. Del dinero del indio no se ha vuelto a saber y la plantilla y el resto de acreedores siguen sin cobrar, mientras que el trío formado por el antiguo dueño del club, la diputación de Cantabria y el propio Syed viven su particular “Sálvame Deluxe”, entre acusaciones de mentiras y calumnias. Esta situación empujó al club a acogerse al Concurso de Acreedores a finales de junio, lo que ha condicionado sin lugar a dudas el mercado de refuerzos.
Con este panorama, la diáspora de los jugadores de cierto nivel no se hizo esperar. Para empezar, Marcelino puso rumbo a Sevilla, con la intención de ganar algún título a orillas del Guadalquivir. En su lugar llegó el argentino Héctor Cúper, el entrenador de moda a finales de la década de los noventa y principios del siglo XXI y que entrenó a clubes como Mallorca, Valencia e Inter de Milán, aunque tras esta etapa ha entrenado a la todopoderosa selección de Georgia y al Aris de Salónica, veremos cómo le va. Además del míster, salieron jugadores de la talla de Lacen rumbo a Getafe y no se renovaron por falta de dinero las cesiones de Henrique, que se había convertido en la ciudadela de la defensa las dos temporadas anteriores, al griego Tziolis, al delantero sueco Rosenberg (máximo goleador del club la temporada pasada) y el ídolo de la afición la temporada pasada, el mexicano Gio dos santos.
Con este panorama es difícil ilusionarse, pues en el fondo la plantilla que quedaba era la misma que coqueteó con el descenso la temporada pasada, si no peor.
Para ello, el presidente Pernía optó por reforzar al equipo con dos jugadores que cubrieran las dos carencias que más saltaban a la vista a lo largo de la pretemporada; chispa y agilidad en la zona de tres cuartos y un goleador nato. Para la primera misión el club obtuvo la cesión de Lautaro Acosta, un extremo argentino por el cual el Sevilla abonó al Lanús la friolera de siete millones de euros en la temporada 2008. De Acosta esperamos que aporte esa velocidad, ese cambio de ritmo, ese “gambeteo” tan argentino que caracteriza su juego y que le hizo ser el jugador revelación del Apertura 2007 y formar parte de la plantilla de la plantilla que ganó el oro en las Olimpiadas de Pekín 2008.
La encomienda de lograr el gol recaerá este año sobre los hombros de Christian Stuani, delantero uruguayo procedente de la Reggina italiana. De Stuani se puede decir que es el arquetipo de delantero centro, excelente rematador de cabeza y buen golpeo con los dos pies, aunque no le pidamos mucho más. En su palmarés figuran los 22 goles que logró hace dos temporadas con el Albacete en Segunda y los ocho que marcó en el Levante el año pasado, saliendo casi siempre desde el banco.
Aún con estos dos hombres, la plantilla se queda muy coja y el club se ha visto obligado a darle mayor relevancia a los chavales del filial, formando parte ya de forma oficial del primer equipo jugadores como el defensa central Álvaro, el cual ya dejó buenas sensaciones al final de la temporada pasada, Picón, que reforzará al equipo en defensa también, el delantero Julián Luque, pequeño delantero que hizo una buena campaña en el filial el año pasado y el mediocentro Edu Bedia, internacional sub-19 con España y la eterna promesa de la cantera racinguista. El año pasado jugó cedido en Salamanca dejando una grata impresión, por lo que probablemente se apostará por él en el medio campo para que le de ese toque y equilibrio en el medio que tanta falta le hace al club santanderino.
Aún así, la nefasta pretemporada que ha realizado el Racing, con una victoria en seis partidos, y la falta de liquidez que ayude a reforzarse al club estos últimos 10 días de mercado estival que quedan no invitan al optimismo por el norte.
Mi pronóstico es que, a no ser que aparezca una “ganga” de última hora cuando esté acabando el mercado que ayuden al club a reforzar la plantilla, el Racing va a pasar una temporada muy angustiosa con muy mal color. Espero equivocarme…
Pablo Herranz
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