La resaca del verano
Comentaba el otro día un amigo que los viajes en coche a la playa siempre se le habían hecho eternos y tediosos, sobretodo los de vuelta. En esta época del año en la que vuelven a aparecer las rebecas, Madrid recupera su habitual caos demoledor y las playas se convierten en desiertos, lo que en el resto del mundo se conoce como la llegada del otoño, llega la hora de desperezarse del verano y recuperar el ritmo habitual de lo cotidiano.
Pues bien, aquí mi amigo se dedicaba en aquellos interminables viajes de vuelta a jugar junto con sus dos hermanos a darse tortas. No había aliados. Los tres, desperdigados en el asiento trasero se abofeteaban sin control para ahuyentar el aburrimiento. Y es que el tedio provoca violencia. Era un juego de todos contra todos, en algún momento uno se aliaba con otro para enfrentarse al tercero pero aquel lazo duraba poco para volver a golpearse entre ellos. La única alianza común surgía cuando el padre, harto ya de tanto alboroto, se giraba y mandaba callar a gritos a sus aburridos hijos.
Algo parecido nos ha pasado en este accidentado comienzo de temporada futbolística. Pasando por alto la Supercopa, cuyo trepidante enfrentamiento ya dio mucho de qué hablar durante el mes de agosto, y el caso Neymar, cuyo representante se ha divertido muchísimo dando y recibiendo tortas a todo el que pasaba, nos encontramos ahora con esa masa ingente y deforme conocida como Fútbol Español cuyo sentido hace tiempo que se nos escapa.
Por un lado apareció el sindicato de jugadores para hacer huelga la primera jornada de liga ya que la última del año anterior les resultó imposible. “¿Y si el año que viene te empiezo la temporada una jornada antes de lo habitual y así tú montas tu huelga sin estropear el calendario?” No cuela, ¿no?
Luego llega la LFP y dice que las radios pagan o no entran en las cabinas de los estadios. “Llevo cuarenta años tratando de cobrarles a estos muertos de hambre y ahora resulta que la cadena de los obispos hace más fichajes que Florentino Perez”
Con la tensión por las nubes entre Madrid y Barcelona por la Supercopa aparece un partido de selecciones contra Chile en Suiza (supongo que porque los tres países visten de rojo y así ahorramos líos). Los internacionales dicen que se llevan fenomenal y para demostrarlo se empiezan a zurrar al finalizar el partido contra el combinado chileno. Todos juntitos y tan amigos defendiéndose los unos a los otros en perfecta sincronía. “Mira chileno, aquí nadie pega a Iniesta salvo los del Madrid así que ven aquí que te voy a dar lo tuyo por meterte donde no te llaman”.
Como Madrid y Barcelona parece que calman sus aguas llega ahora Del Nido, bien acompañado por Roig y unos cuantos más, y le declara la guerra a ambos por monopolizar la competición. “¿Para qué necesitáis tanto dinero si sois sociedades deportivas? Repartid un poco con los demás que con la reforma constitucional nos va tocar pagar a los jugadores casi todo lo que les debemos”.
Hace años solía usarse una frase, sobretodo en entornos eclesiásticos, que hubiera dado respuesta a tantos embrollos: “los amigos de mis amigos son mis amigos”. Sin embargo, en el mundo del fútbol ni siquiera el que se sienta a tu lado en el vestuario puede considerarse amigo, con un poco de suerte quizá compañero. La frase reza ahora más bien: “los enemigos de mis enemigos son…cualquier cosa”. Me pego contra todos y me alío un poquito con quien puedo.
Lleva años la idea de crear una mesa que aúne criterios en la que estén representados la federación de fútbol, la LFP, las televisiones, las radios, los jugadores, los árbitros, el seleccionador nacional, Jesús Gil (DEP), Manolo el del Bombo y algunos de los integrantes del 12 a 1 contra Malta.
Llegados a este punto uno sólo espera que comience la liga cuanto antes para que volvamos a hablar de fútbol y alguien sea amigo de alguien. Y es que al final del verano uno ha repartido y recibido muchísimas tortas pero lo que realmente le duele es la mano.
@jdelmar87
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